El proyecto del nuevo hotel en el barrio de Nervión, Sevilla, surge como un ejercicio de integración y cuestionamiento de las espacialidades, ambientes y modos de habitar consolidados en el lugar. Con el objetivo de reinterpretar la arquitectura popular y vernácula, este edificio busca adaptarse a su contexto, enriqueciendo la escena urbana a través de un uso mixto que combina alojamiento, ocio y restauración. El diseño se fundamenta en la complejidad de la parcela triangular, cuyas diferentes alineaciones a los viarios circundantes, así como la orientación y el soleamiento, han llevado a explorar múltiples implantaciones. La intención es optimizar el programa de usos, potenciando las cualidades inherentes a su ubicación en la Avenida de San Francisco Javier. Tres decisiones arquitectónicas clave estructuran el proyecto: Alineación y Organización: El edificio se alinea con el lindero más largo de la parcela, la calle Santa Joaquina de Vedruna. Se plantea una pastilla de siete alturas en la que se concentran las habitaciones a ambos lados de un corredor, orientadas al norte y al sur, con vistas al arbolado de la Avenida de San Francisco Javier. Distribución de Zonas Comunes: Las zonas comunes se distribuyen en la planta baja y la primera planta, pivotando sobre el vértice del edificio. Esta distribución permite liberar una plaza continua y soleada, conectando la esquina del edificio con la actividad y efervescencia del entorno. El pórtico que define este espacio tiene siete metros de altura y 16 de profundidad, ofreciendo un espacio abierto y acogedor. Composición de Fachadas: La propuesta de composición de las fachadas se divide en dos enfoques. La cara norte presenta un diseño que incluye huecos redondeados, evocando los lunares que son parte de la identidad sevillana y creando una imagen contemporánea y pintoresca. La fachada sur, en contraste, está diseñada con terrazas de madera y vegetación, brindando a los huéspedes vistas y un ambiente natural. El diseño busca un diálogo con el entorno. La fachada norte se presenta como una estructura más contenida y austera, mientras que hacia el sur se recupera una escala más humana y naturalizada, facilitando la transición entre el hotel, el colegio y el tejido residencial. Se plantea el uso de arte urbano, expresado a través de un mural cerámico que activará el basamento y los volúmenes del edificio, conectándolo con su contexto cultural. El hotel se erige como un hito urbano, con una potente fachada que se destaca en la Avenida de San Francisco Javier. La disposición de los ángulos de la parcela invita a una percepción dinámica del volumen construido, que variaría dependiendo del ángulo desde el cual se observe. Desde la calle Camilo José Cela, el edificio se presenta como una elegante torre de nueve plantas, mientras que desde el sur, los volúmenes de terrazas y vegetación dominan la plaza. El edificio se organiza en cuatro niveles: Garaje y Back of House: Situado en los sótanos -1 y -2, cuenta con 70 plazas de aparcamiento y espacios de servicio. Basamento: En la planta baja y primera se encuentran los servicios destinados a los huéspedes, como el hall, la recepción, el restaurante y la cafetería. Alojamientos: Entre las plantas 2ª a 9ª se disponen 134 estudios y apartamentos, ofreciendo flexibilidad a través de puertas que permiten combinar estancias. Cubierta Mirador-Solarium: La cubierta alberga una piscina infinity, un área de solarium y un rooftop bar, bajo una pérgola escultórica.