La reciente metamorfosis de la fachada del edificio Scotiabank, ubicado en Blvd. Manuel Ávila Camacho No. 1, Polanco II, se erige como un diálogo poético entre la arquitectura y el tejido urbano. Desde su inicio en 2020 hasta su conclusión a principios de 2024, esta intervención ha reimaginado la presencia del edificio, dotándolo de una nueva piel que respira modernidad, elegancia y dinamismo.
Concebida en varias fases que abarcan espacios interiores y exteriores, esta etapa se centró en la fachada, transformando la envolvente con un gesto audaz que actualiza la imagen urbana y redefine su identidad dentro del paisaje urbano.
Desde una sensibilidad arquitectónica, se propuso una composición de líneas horizontales para abrazar el volumen, acompañada de un muro cortina de vidrio que reviste toda la fachada, incluidas las enjutas, generando una textura visual transparente, ligera y sofisticada.
En el centro del concepto se encuentra un juego rítmico de luces programables y cambios cromáticos que insuflan vida a la superficie, transformándola en una envoltura en constante movimiento visual. Esta danza luminosa otorga flexibilidad para celebrar diferentes estaciones y acontecimientos, sin perder sobriedad ni convertirse en mera publicidad. Para perfeccionar esta propuesta, se realizó un estudio dialogando con otros hitos arquitectónicos de la ciudad.
La iluminación exterior se despliega como una paleta viva, capaz de reflejar valores y conmemoraciones, como el homenaje visual al Mes del Orgullo en junio de 2024, cuando la fachada se vistió con los colores del arco iris, símbolo de inclusión y diversidad, principios que el banco abraza con convicción.
La estrategia de iluminación prioriza las fachadas sur y oeste, a la vez que modera la norte y omite la este, respetando la relación con el entorno inmediato. La fachada sur, lindante con zonas verdes, acoge la luz sin molestar, mientras que la oeste, orientada a Periférico, entra en un diálogo silencioso con la arquitectura corporativa circundante. El norte y el este mantienen un perfil bajo para preservar la tranquilidad del vecindario.
La sostenibilidad se materializa a través de un gran vacío central que convoca la luz natural en el interior, reduciendo la dependencia de la iluminación artificial y fomentando una atmósfera de bienestar y eficiencia energética.
La elección de un vidrio azul sobrio y uniforme se traduce en una piel serena y elegante. La fachada se compone de módulos dobles de vidrio aislante montados sobre montantes de aluminio. En las enjutas, el sistema "Shadow Box" oculta la estructura interna y modula la incidencia solar mediante una fina capa de fibra natural, creando un efecto de profundidad y calidez.
Luminarias integradas en perfiles diseñados para el sistema "Dynamic Lighting" trazan escenarios luminosos a través de la torre principal, mientras que en los niveles inferiores, el vidrio laminado con película de seguridad proporciona confort acústico, preservando la intimidad y la serenidad de los ocupantes.
La envolvente, formada por módulos prefabricados de aluminio unidos químicamente con precisión y anclados a un sistema de muro cortina, logra un equilibrio entre ligereza y solidez, garantizando el aislamiento térmico y acústico.
Por último, la intervención estructural actualiza el edificio a las normas sísmicas contemporáneas, mientras que la modernización del sistema de la azotea se integra perfectamente sin alterar la huella original, manteniendo sus 7.048 m² de solar y 73.480 m² de superficie construida en 22 niveles.
Esta renovación no sólo mejora la estética y la funcionalidad del edificio de Scotiabank en Polanco II, sino que se erige como un manifiesto de sostenibilidad, innovación y compromiso social, estableciéndose como un faro de la arquitectura corporativa contemporánea en la Ciudad de México.