La experiencia de compra se convierte en el objeto de estudio de la primera flagship de la joven firma española de costura Redondo Brand, que inaugura su tienda en el número veinticinco de la calle Claudio Coello de Madrid y firma Estudio GAS. Con 120 metros cuadrados de tienda y 150 de almacén, el reto es crear, partiendo de un local compartimentado, inconexo y distribuido en cinco niveles de distinta cota, un recorrido coherente que invite al visitante a recorrer los nuevos espacios que se suceden linealmente. A nivel conceptual, la aparente ausencia de color en el espacio cede protagonismo a la pureza de sus formas en una sutil combinación entre la sobriedad del gris medio y la calidez terrosa de la piedra caliza creando un entorno elevado, capaz de transmitir el concepto del nuevo lujo sin caer en los ambientes pesados y demasiado ornamentados que habitualmente acompañan al mundo de la alta costura. Huir de la teatralidad manteniendo la imagen de marca, referenciada por el trabajo manual y el buen hacer, tratados en un lenguaje y rigor puramente contemporáneos. En cuanto a la arquitectura, el primer espacio alberga un gran arco adintelado de granito pulido que reviste el propio muro de carga y enfatiza la solemnidad de este primer espacio concebido como galería, que invita al usuario a adentrarse en su interior y dialoga con el granito abujardado de la fachada histórica de este edificio de más de 150 años de antigüedad. Se ubica aquí la colección de prêt-à-porter, la más popular de la marca por su producción inmediata y su disponibilidad online. Un humilde hueco de formas sutiles y dintel de curvo advierte la antesala a una cota inferior e invita al público a indagar el resto de la tienda. La solemne escalera de piedra de Campaspero contrasta con las suaves curvas de pladur de sus paramentos en laca brillo. En esta cota, un gran sofá bicolor preside un espacio mucho más relajado que el anterior, que alberga la colección más exclusiva de Redondo; Redondo Edition, ediciones limitadas de prendas numeradas de los desfiles confeccionadas con tejidos naturales, y que solo se vende en tienda. El brillo de un gran perchero curvo de acero pulido, las baldas y el resto de mobiliario ha sido creado ad-hoc para realzar el producto con un estilo minimalista y funcional que da continuidad y genera un diálogo con la propia arquitectura y alude además el “hecho a mano”. En los techos, una iluminación estratégicamente colocada para generar un ritmo continuo invade el espacio con una eufónica luz cenital. Una atmósfera uniforme que pretende evocar la iluminación del taller de Redondo, un oasis de creatividad en el corazón palpitante de la capital. Fotos: Germán Saiz.